-Porque sí Camila, te he dicho mil veces que lo diré un única vez: las sombras animadas besan la palma marchita que creció en tu playa abandonada por las caracolas que suplantan a las gaviotas que huyeron por la orilla de las escarpadas siluetas que imponían el más inquieto silencio al visitante ocasional que no volvía por culpa de la desafiante soledad de las pasajeras tardes de veranos disecados por los caprichos de un travieso sol que disfrutó hasta la muerte de proyectar sombras animadas que aprendieron a besar.
-Dormite ya Carlos, me preocupa tu salud.