Se sentía solitario y presionado. No creía poder soportar más tanta presión. Cuando lo vimos pensamos que pronto estallaría, que un estruendo, un golpe de aire y luego su desaparición nos dejarían por lección el punto máximo de presión que puede aguantar. Sin embargo, contra todas las previsiones, no reventó. Poco a poco fue cediendo a la presión que le ejercían, fue oponiéndose menos y terminó por aplastarse. Así, sin estruendo, ni golpe de aire, ni su desintegración total. Ahora no sabemos el punto máximo para hacerlo reventar, pero nos dejó un cadáver triste que se dejó aplastar. Esa lección aún la estamos aprendiendo…
C. Del Valle
1 comment:
La puta madre... Que feo... Ayayay... Qué feo!
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