El ave extrañada entró en mi habitación, silenciosa, perdida en las velas.
-Todavía no entiendo que hacés aquí.
No dijo nada, sólo me miró y finalmente suspiró. Pasaron varios minutos de silencio, mientras su mirada continuaba perdida en las sombras.
-Sólo vine a visitarte, a hacerte compañía.
-No entiendo. Sólo llegás y decís que venís a acompañar mi soledad. No entiendo.
-Debo confesarlo, estoy cansada de caminar tanto, de volar sin rumbo. Necesitaba aterrizar.
-¿Y por qué aquí?
-(suspiró) Tambien he de confesarlo, hace días qeu te vengo viendo a través de la ventana y quería pasar...
Yo no lo quería admitir de inmediato, pero desde hace días también me había percatado de su presencia frente mi ventana. Su silueta de ave negra y callada. Finalmente lo admití, yo también quería que entrara a acompañar mi alma en pena que vaga por el interior de esta habitación, de este apartamento vacío.
-Está bien- le dije- quedáte un rato más en este sitio, podés descansar aquí y me hacés compañía.
Se posó frente a mí. Yo pasaba las horas perdido en su sombra que se proyectaba gigante sobre mi pared y el ave se perdía en los reflejos de la luna a través de la ventana.
-Voy por un vaso de agua.
No respondió. Me miró por un instante y finalmente esquivó la vista. Tres minutos de silencio, finalmente me dijo:
-No podés ir.
-¿Por qué?
-Escuchá.
Guardé silencio y no alcancé a escuchar nada. Le pregunté de nuevo que porqué no puedo ir por agua si tengo sed.
-Escuchá, te lo advierto. Debo hacer otra confesión. También vine para advertirte de esto, creo que vós lo sabés pero no hacés caso. Oí con más cuidado, no podés salir de aquí, detrás de esa puerta ya no podés salir...
Era cierto, yo lo sabía. Sin embargo no quería entender. No es posible que ahora que me siento acompañado en medio de esta nostalgia no pueda salir de esta habitación, ellos ya han tomado todo el apartamento. Desde hace días (creo que desde que el cuervo inició a llegar a mi ventana) los he escuchado dar vueltas por el aparta, aún así yo trataba de ignorar esos ruidos, de no pensar siquiera en ceder una parte del apartamento. Finamente los ruidos se volvieron más intensos y ya no podía evitar ponerle atención, cuando las cosas se pusieron violentas preferí abandonar de a pocos esas habitaciones...
De nuevo traté de confirmar los ruidos y era cierto, ahora estaban justamente detrás de mi puerta.
-Tenés razón, ya no puedo salir.
-¿Ves? traté de advertirtelo pero es muy tarde...
Dejamos pasar las horas que se arrastraban silenciosas, sólo nos dsitría de cuando en cuando las variaciones de la luz ambarina.
-Creo que están forzando la puerta...
-¿Estás segura?
-Sí la están forzando, debemos salir de aquí.
-¿Pero cómo? No es posible, no nos pueden hacer esto...
-Pero lo están haciendo, debemos salir de aquí ahora!!! Abrí la ventana, ya.
El ave negra revoloteó por tada la habitación gritando que quería salir, que abriera la ventana, que por mi integridad también debía huir de ahí...
Desesperado le abrí la ventana y escapó con la velocidad que sus alas le permitieron mientras que a mí me invadía el temor de que se fuera y de que ellos entraran y yo estuviera aquí solo.
En medio de esa confusión me pareció ver que la puerta finalmente cedió, por más maciza que yo la creía y confundido, desesperado por el miedo y solo, me lanzé por la ventana de mi cuarto (ahora también invadido) ubicado en el sexto piso del edificio de apartamentos.
En realidad es el cuento corto más largo que he visto. Espero algún día termine y si se puede que termine bien.
Wednesday, July 19, 2006
Tuesday, July 04, 2006
Sobre aves negras y velas (cuento absurdo)
En una de esas noches de junio, mientras el frío hacía que los amantes se acercaran más bajo las sábanas, yo me encontraba bajo los efectos del insomnio causado por la soledad, Varios cafés cargados de tristezas me hacían daño al corazón que quiere estallar por la taquicardia. La habitación vacía y oscura, sin más muebles que una cama prestada y unas cajas de cartón para guardar la poca ropa que me queda, se volvía más fría conforme avanzaba el victimario reloj. En esa noche de junio llegó a la ventana de mi habitación un pájaro negro, de plumaje limpio y profundamente nocturno. Ese cuervo no tenía nada que ver, ni en lo más mínimo con el de un cuento que alguna vez leí, aquél que decía algo así como nunca jamás. Este cuervo me miraba tiernamente, como quien busca descansar en algún sitio luego de uno de esos viajes agotadores. Le abrí la ventana y tímidamente entró. Miró mi oscuridad y sonrió ante la escena de ver las luces apagadas y sólo una vela encendida, creo que no comprendió bien el porqué de mis locuras de luz ambarina.
...
(Continuará, ahora estoy un poco cansado)
...
(Continuará, ahora estoy un poco cansado)
Del otro lado de la línea (férrea) I
Me encontré en el tercer vagón del tren, mirando por la ventana, pensando en nada y en todo...
Las cinco de la tarde... comienza el atardecer. Desde este asiento parece que el mundo se mueve más lento y hacia atrás. Allá quedan los tangos grises, las noche azules y tus regalos de labios-caricias...
Acá se vienen conmigo las memorias de lo que no tengo y el recuerdode lo que no fui, que parce me reprocha la inutilidad en la cual mi salud ha caido.
La botella de vino en mi mano, envuelta en una bolsa de papel, me invita a sentir el placer etílico de no sentir el temor a lo que no conozco...
Abrí la ventana a pesar del frío de esta tarde-noche, la brisa que entra me acaricia la frente a como vos lo hacías cuando la flor de tu amor no se había marchitado, la flor de un día...
Me perdí en las nubles naranjas-violetas, me perdí en la luz. Y ahora me doy cuenta que me acaba de equivocar, los tangos grises, las penas de bandoneón, no se han quedado allá. Los traigo acá, entre el pecho y la espalda. "Nostalgias, de escuchar su risa loca, y sentir junto a mi boca como un fuego su respiración..."
Otro sorbo a la botella, otra noche de solitaria-tristeza, otro desvelo me espera, ahogando las penas en mi garganta y buscando un beso que me quite tu dulce sabor de piel...
Otra estación.
A mi lado se sienta una anciana, que me mira de reojo y hace mala cara al ver la bolsa con forma de botella. Sonrío con un gesto gentil, como quien trata de ser amable y ella me lo devuelve con una mueca que no entiendo. En este moemento ya no soy capaz de distinguir nada del paisaje, de vez en cuando se asoman las luces de un tímido pueblo que se desvanece casi de inmediato. Tengo un problema, ¿Sabés? ¿Cómo se supone ahora que me pierda en las luces si sólo quedan sombras para observar? Me perderé en las sombras y a eso era a lo que le temía. A volcer a las sombras una vez que ya me había acostumbrado a perderme en los caminos de tu luz...
...
He dormido un poco, luego de terminar la segunda botella de vino. La anciana ya no está a mi lado, creo que ya nadie está a mi lado. Lo que me despertó es el frío increíble que hace por esta zona, es un poco distinto y estraño viajar por un lugar que no conocés, por un lugar distante y frío, antes que quedarse en la cama tibia junto a vos. Y cerré la ventana. Quisiera saber por lo menos en que sitio me encuentro ahora, el tren avanza sin miedo por la ruta que conoce de memoria, mas yo no sé siquiera hacia a donde voy. No tengo ni la menor idea de cual tren es este. ¿Qué clase de personas habrán al final de la línea férrea?
...
Es de día, bueno por lo menos hece siete minutos es un nuevo día aunque todavía no amanezca. Faltan varias horas para que salga el sol. Ya no tengo botellas y espero conseguir unas en la próxiam estación. Me desperté a esta hora porque acaba de soñar algo muy extraño, algo que no me gustó. ¿Recordás el cuadro que tanto te gusta, aquél el azul que pintaste? Lo ví pero no en liezo, era como de yeso. Estaba colgando en el pasillo de siempre y de pronto saltó un troza de la esquina inferior izquierda. Se quebró así, por nada. Por nada. Vos llorabas y yo trtaba de arreglarlo. No sé porqué pero sentía que era mi culpa, pero en realidad yo no había hecho nada. Estabas molesta y... desperté. No entiendo todavía.
La línea del tren se proyecta más allá de lo que puedo ver...
___________________________________
(continuará, talvez)
Las cinco de la tarde... comienza el atardecer. Desde este asiento parece que el mundo se mueve más lento y hacia atrás. Allá quedan los tangos grises, las noche azules y tus regalos de labios-caricias...
Acá se vienen conmigo las memorias de lo que no tengo y el recuerdode lo que no fui, que parce me reprocha la inutilidad en la cual mi salud ha caido.
La botella de vino en mi mano, envuelta en una bolsa de papel, me invita a sentir el placer etílico de no sentir el temor a lo que no conozco...
Abrí la ventana a pesar del frío de esta tarde-noche, la brisa que entra me acaricia la frente a como vos lo hacías cuando la flor de tu amor no se había marchitado, la flor de un día...
Me perdí en las nubles naranjas-violetas, me perdí en la luz. Y ahora me doy cuenta que me acaba de equivocar, los tangos grises, las penas de bandoneón, no se han quedado allá. Los traigo acá, entre el pecho y la espalda. "Nostalgias, de escuchar su risa loca, y sentir junto a mi boca como un fuego su respiración..."
Otro sorbo a la botella, otra noche de solitaria-tristeza, otro desvelo me espera, ahogando las penas en mi garganta y buscando un beso que me quite tu dulce sabor de piel...
Otra estación.
A mi lado se sienta una anciana, que me mira de reojo y hace mala cara al ver la bolsa con forma de botella. Sonrío con un gesto gentil, como quien trata de ser amable y ella me lo devuelve con una mueca que no entiendo. En este moemento ya no soy capaz de distinguir nada del paisaje, de vez en cuando se asoman las luces de un tímido pueblo que se desvanece casi de inmediato. Tengo un problema, ¿Sabés? ¿Cómo se supone ahora que me pierda en las luces si sólo quedan sombras para observar? Me perderé en las sombras y a eso era a lo que le temía. A volcer a las sombras una vez que ya me había acostumbrado a perderme en los caminos de tu luz...
...
He dormido un poco, luego de terminar la segunda botella de vino. La anciana ya no está a mi lado, creo que ya nadie está a mi lado. Lo que me despertó es el frío increíble que hace por esta zona, es un poco distinto y estraño viajar por un lugar que no conocés, por un lugar distante y frío, antes que quedarse en la cama tibia junto a vos. Y cerré la ventana. Quisiera saber por lo menos en que sitio me encuentro ahora, el tren avanza sin miedo por la ruta que conoce de memoria, mas yo no sé siquiera hacia a donde voy. No tengo ni la menor idea de cual tren es este. ¿Qué clase de personas habrán al final de la línea férrea?
...
Es de día, bueno por lo menos hece siete minutos es un nuevo día aunque todavía no amanezca. Faltan varias horas para que salga el sol. Ya no tengo botellas y espero conseguir unas en la próxiam estación. Me desperté a esta hora porque acaba de soñar algo muy extraño, algo que no me gustó. ¿Recordás el cuadro que tanto te gusta, aquél el azul que pintaste? Lo ví pero no en liezo, era como de yeso. Estaba colgando en el pasillo de siempre y de pronto saltó un troza de la esquina inferior izquierda. Se quebró así, por nada. Por nada. Vos llorabas y yo trtaba de arreglarlo. No sé porqué pero sentía que era mi culpa, pero en realidad yo no había hecho nada. Estabas molesta y... desperté. No entiendo todavía.
La línea del tren se proyecta más allá de lo que puedo ver...
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(continuará, talvez)
Sunday, July 02, 2006
FInal tentativo en cuatro actos y un bonus track para entenderlos
Carmen:
Cuando te conté sobre este final para la historia, me dijiste que no era posible, que todavía no tenía un final. Parece que ahora vós le has dado un significado al punto (.) que yo comenté hace poco.
Lástima, me duele.
A todos los demás (y no por eso menos estimados):
Este es un final tentativo para el cuento corto (eterno). Espero que (no) les guste. A mí no me gusta ni me disgusta, sólo me duele por carlitos.
______________________________________
Acto I.1
-Mariuge querés ir por una birra?
-Ay carlitos, estoy cansada.
-Vamos, con una sóla se te pasa. Recordás? no hay mal que dure dos birras...
(sonrió)-Está bien, pero sólo una...
-Claro, como siempre- como si no nos conocieramos, una, y otra, y que interesante conversación, y otra y ...- De por sí yo no tengo plata.
El mismo lugar de siempre. Ahí sentados conversabamos un poco sobre los cursos que he perdido, lo irresponsable que me he vuelto, sobre los problemas de salud que ahora me atacan, u ella sobre lo mucho que le gusta lo que estudia, sobre lo que le pasó ayer cuando hablaba con su familia, sobre sus recuerdos y aventuras del colegio... lo normal de siempre.
-Carlitos, pero decíme, desde hace un tiempo estás un poco extraño, no sé, como triste. ¿Qué pasa Carlitos?
(Esa frase. Cuantas veces la he escuchado en las últimas semanas. No sé, muchas. Cada vez con una entonación distinta pero con un sólo recuerdo, el de la entonación de tu boca)
-No pasa nada. Sólo un poco cansado, eso es todo.
-No carlitos, eso no es. Yo te conozco y no sos así cuando estás cansado. Decíme, para eso están los compas, no sólo para las mesas de tragos. ¿Recordás?
-No se vale usar frases mías...
-Está bien. ¿En qué pensás?
-En nada, sólo me perdí en una luz...
-No se vale usar frases mías...- Reímos como los tontos que parecíamos, como los niños que fingíamos, como los dos extraños conocidos que éramos. Finalmente me perdí de nuevo en una luz, en su luz, en la de sus ojos-ternura brillantes- ... ¿Me vas a decir en qué pensás?
-En todo y en nada concreto.
-¡Qué específico!-Sonrió de nuevo, esa sonrisa que no se finge. Esa sonrisa de niña que tiene cuando juega a dejar entre ver los secretos de la mujer que ella es.-No se vale, tenés que contarme.
__________________________________________________
Acto II
Ileana nunca me contestó. Necesitaba hablar con ella de nuevo, necesitaba que me respondiera el mensaje, que fuéramos a tomar un café y me aconsejara, yo no sé qué es lo que debo hacer.
Ahora ya no sé hacia donde debo caminar, las direcciones se vuelven muy confusas y no es sólo por utilizar una metáfora, estoy perdido en la ciudad que habitan aquellos que desean desmanuzarte, destrozarte y hacer una parrillada con vós. Aquí estoy corriendo bajo la lluvia de espinas tratando de no pensar y sólo sentir, pero no puedo haqcerlo poruqe no sé lo que siento, no sé lo que tengo pero sí conozco profundamente lo que me hace falta...
Desearía poder dejar de correr como quien huye de todo, pero realmente estoy huyendo de todo. Esa es mi acción más inmadura y con la que siempre he luchado. Lucho por no huir pero lo estoy haciendo, estoy obligado a hacerlo... Estoy corriendo, lluvia, espina, Mariuge, hígado (Ndembu)... me tiembla el pulso y trato de sostener entre mis manos mi pecho que quiere estallar pero se me resbala y escucho como se alejan los sonidos, los gritos, la gente que se vuelva confusa y transparente...
___________________________________________
Acto III
(el acto más hermoso, el sueño más dulce de carlitos)
-Está bien Mariu, te diré que me perdí en una luz pero no en cualquiera, me perdí en vos...
-¿De qué hablás carlitos?, no entiendo- dijo con una semisonrisa mal disimulada, mientras dejaba que yo percibiera ese aire a juego para obligarme a vencer mis propias trabas para contarle todo...
-Mariu, ¿Es posible que no entendás?
-No sé, talvez... Explicáme... Tenés que hacer algo, ser más específico... sino no entiendo...- Se mordía la esquina derecha de su labio inferior, su gesto típico cuando está pensando. Su sonrisa de inocencia juguetona no se borraba (ni se borrará)- ¿Entonces?...
La gente ya no importa. La música ya no importa. El lugar ya no importa. Estoy aquí, y ya no pienso. He pensado mucho en mucho tiempo. En este momento sólo siento... soy.
-Mariu- nos dejábamos llevar por la nada, por las espirales, por el calor de su respiración...
-¿Quep?
-¿Puedo hacer algo?- le dije casi susurrando, mientras ella cerraba los ojos e inclinaba su cabeza, recostada sobre la pared, sentada en el suelo... los delgados hilos de su cabello cobrizo que caían sobre su frente, parecían ser el suspiro de la luz que, desde que llegamos al bar, nos guiñaba.
-¿Quep?- de nuevo se mordía el labio, cerraba los ojos, respiraba un poco agitado... su juego de inocencia para obligarme a saltar había dado frutos...
-Esto- y sucedió. Su boca, la mía. Su aire, el mío. Sus manos en mi cuello, las mías abrazándola, como para que no se desvanezca...
Horas. Besos y caricias. Otra cerveza. Un cigarro. Más cervezas y muchos cigarros. Infinidad de besos y caricias. Sonrisas, carcajadas, miradas y alguna que otra frase "no prefabricada", sincera y hasta cierto punto desesperada. Me perdí en un pensamiento, en un miedo... un miedo muy grande que me persiguió.
-¿Qué pasa carlitos?- de nuevo esa frase. Tu frase, la que me hace soñar.
-Nada. Me perdí en un pensamiento... no sé, algo que me dió miedo...
-Sí, yo sé. ¿Has pensado en lo extraño que es esto?
-Sí, es muy loco.- Ella suspiró, pero no era un suspiro de alegría como hace unos instantes, era de preocupación...
-¿Qué pasa Mariuge?
-Nada...-suspiró de nuevo- ...Es que, no sé. Estaba pensando en Esteban...-lo dijo con la preocupación de cómo podía yo reaccionar al escuchar ese nombre, al pensar en lo que sucedería al salir de aquí, al pensar luego de esta noche...
-Sí, yo también estaba pensando en eso hace un rato. Será enfrentar esto... no sé, ¿Qué hacemos?
-¿Y si dejamos todo? Nos olvidamos de todos, de todo... huímos! Nos hacemos artesanos y escapamos a la playa, a parchar...
-No sé, ¿Cuándo nos vamos?
-¿En serio?- dijo mientras se acomodaba en el suelo, como si hubiera dado un pequeño salto de alegría. La emoción le saltaba de los ojos, y no podía tener las manos tranquilas.
-Síp. No tengo nada que me atrase. ¿vos?
-Tampoco...
Huímos. Soñamos. Vivimos el sueño último que cualquier ser humano puede tener.
(...)
_______________________________________
Acto IV
(De la locura, las enfermedades y la realidad)
Esteban llegaba un poco asustado. Mariuge lo esperaba intranquila en la mesa. Su mirada se perdía en una luz que se apagaba. Esteban se paró frente a ella, quien se dió cuenta de su presencia hasta que no pudo ver la luz. Lo miró con los ojos hechos cristales rotos y lanzó sus brazos a su cuello. Él la recibe con un fuerte abrazo, rodeando su cintura y apoyando su nariz en su hombro, como respirando sus cabellos siempre olorosos a alegría y esperanza.
Pasan unos cuantos minutos así, de pie frente a la mesa sin importar lo que el resto de personas piensen. Mariuge respira profundo como para controlar las lágrimas que quieren salir (y que a ella no le gusta que salgan, no le gusta que la vean llorar) y termina esa aspiración profunda con un suspiro. Se calman.
-Yap.- dice casi susurrando, con la voz de dulce que la caracteriza pero con cierto temblor al hablar (las lágrimas que no salieron se acumularon en su voz).
-Bueno, sentáte. Tranquila.
Ambos guardaron silencio durante unos minutos, durante unas eternidades, según ellos sintieron. Esteban rompe el silencio.
-Pobrecillo. No sabía que estaba tan enfermo del corazón ni que le podía pasar eso.
Esperó a que sus palabras tan toscamente elegidas causaran el peor de los efectos. Se arrepintió de ser tan crudo para hablar hasta después de haberlo dicho. Sólo esperó en el silencio que mariuge generaba mientras se mordía su labio.
-Sí. Yo sabía que estaba mal pero no tanto. No sabía que podía darle un derrame... Antes nos había asustado, pero yo pensé que ya estaba bajo tratamiento... Yo sé que va a sonar muy feo, pero mejor se hubiera muerto...- terminó la frase agachando su cabeza, mirando hacia la mesa y trantando de contener más lágrimas (éstas de nuevo se acumularon en su vocesita).
-Tranquila, yo lo sé. -le tomó las manos y se las besó- Es preferible antes de quedar para siempre en una cama sin poder hablar o pensar... Suena feo pero era preferible que muriera. Pobre carlitos...
-Yo... no sé. No sé si te acordás que yo te conté que Carlitos se puso adecirme cosas, de que me quería, que estaba enamorado, esas varas... no fué hace mucho como te dije, fue el día anterior a su ataque. Pero sí yo le dije que no, que yo estaba con vos, que te quería mucho. Pero me siento un poco culpable...
-¿Por que? No tenés la culpa de nada. Si vos me querés y yo tambien, no somos culpables de nada. Si a Carlitos de dió lo que le dió no lo podías evitar... Mariuge, no te sintás mal. No es tu culpa ni la mía, talvez ni la de carlitos...
-Dicen que puede pensar, pero no se conecta con su cuerpo... ¿en qué pensará?...
____________________________
Bonus track:
Acto I.2
(De la continuación y la realidad)
-(...)
-(...)
-(...)
-(...)
-Está bien. ¿En qué pensás?
-En nada, sólo me perdí en una luz...
-No se vale usar frases mías... ¿Me vas a decir en qué pensás?
-En todo y en nada concreto.
-¡Qué específico!... No se vale, tenés que contarme.
-Pensaba en vos, en lo linda que sós, en lo mucho que te quiero... En lo mucho que me gustás...
-Carlitos, no. Vos sabés que así no son las cosas. No echés a perder nuestra amistad. Yo a vos te quiero como un hermano, nada más.
-Mariu, perdón pero no lo puedo evitar...
-Carlitos, mejor dejálo hasta aquí. Vos sabés que yo estoy con Esteban y que entre nosotros no puede pasar nada... No arruinés nuestra amistad, punto. Dejálo así o sino me tendré que ir...
(...)
____________________________
____________________________
Ahora tengo que terminar este cuento, Carmen le encontró el significado al punto (.) que un día le comenté; un significado que yo no le dí pero que ella quiso aceptar. Por lo demás no se preocupen, carlitos está bien, su salud es estable y aunque no reacciona parece que es feliz soñando conlas cosas que nunca pasaron ni pasarán. No vive pero ahora sueña y vive un sueño. Mientras no se dé cuenta de que todo es falso estará bien (Por favor no lo despierten).
Espero algún comentario.
Saludos,
C. Del Valle
Cuando te conté sobre este final para la historia, me dijiste que no era posible, que todavía no tenía un final. Parece que ahora vós le has dado un significado al punto (.) que yo comenté hace poco.
Lástima, me duele.
A todos los demás (y no por eso menos estimados):
Este es un final tentativo para el cuento corto (eterno). Espero que (no) les guste. A mí no me gusta ni me disgusta, sólo me duele por carlitos.
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Acto I.1
-Mariuge querés ir por una birra?
-Ay carlitos, estoy cansada.
-Vamos, con una sóla se te pasa. Recordás? no hay mal que dure dos birras...
(sonrió)-Está bien, pero sólo una...
-Claro, como siempre- como si no nos conocieramos, una, y otra, y que interesante conversación, y otra y ...- De por sí yo no tengo plata.
El mismo lugar de siempre. Ahí sentados conversabamos un poco sobre los cursos que he perdido, lo irresponsable que me he vuelto, sobre los problemas de salud que ahora me atacan, u ella sobre lo mucho que le gusta lo que estudia, sobre lo que le pasó ayer cuando hablaba con su familia, sobre sus recuerdos y aventuras del colegio... lo normal de siempre.
-Carlitos, pero decíme, desde hace un tiempo estás un poco extraño, no sé, como triste. ¿Qué pasa Carlitos?
(Esa frase. Cuantas veces la he escuchado en las últimas semanas. No sé, muchas. Cada vez con una entonación distinta pero con un sólo recuerdo, el de la entonación de tu boca)
-No pasa nada. Sólo un poco cansado, eso es todo.
-No carlitos, eso no es. Yo te conozco y no sos así cuando estás cansado. Decíme, para eso están los compas, no sólo para las mesas de tragos. ¿Recordás?
-No se vale usar frases mías...
-Está bien. ¿En qué pensás?
-En nada, sólo me perdí en una luz...
-No se vale usar frases mías...- Reímos como los tontos que parecíamos, como los niños que fingíamos, como los dos extraños conocidos que éramos. Finalmente me perdí de nuevo en una luz, en su luz, en la de sus ojos-ternura brillantes- ... ¿Me vas a decir en qué pensás?
-En todo y en nada concreto.
-¡Qué específico!-Sonrió de nuevo, esa sonrisa que no se finge. Esa sonrisa de niña que tiene cuando juega a dejar entre ver los secretos de la mujer que ella es.-No se vale, tenés que contarme.
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Acto II
Ileana nunca me contestó. Necesitaba hablar con ella de nuevo, necesitaba que me respondiera el mensaje, que fuéramos a tomar un café y me aconsejara, yo no sé qué es lo que debo hacer.
Ahora ya no sé hacia donde debo caminar, las direcciones se vuelven muy confusas y no es sólo por utilizar una metáfora, estoy perdido en la ciudad que habitan aquellos que desean desmanuzarte, destrozarte y hacer una parrillada con vós. Aquí estoy corriendo bajo la lluvia de espinas tratando de no pensar y sólo sentir, pero no puedo haqcerlo poruqe no sé lo que siento, no sé lo que tengo pero sí conozco profundamente lo que me hace falta...
Desearía poder dejar de correr como quien huye de todo, pero realmente estoy huyendo de todo. Esa es mi acción más inmadura y con la que siempre he luchado. Lucho por no huir pero lo estoy haciendo, estoy obligado a hacerlo... Estoy corriendo, lluvia, espina, Mariuge, hígado (Ndembu)... me tiembla el pulso y trato de sostener entre mis manos mi pecho que quiere estallar pero se me resbala y escucho como se alejan los sonidos, los gritos, la gente que se vuelva confusa y transparente...
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Acto III
(el acto más hermoso, el sueño más dulce de carlitos)
-Está bien Mariu, te diré que me perdí en una luz pero no en cualquiera, me perdí en vos...
-¿De qué hablás carlitos?, no entiendo- dijo con una semisonrisa mal disimulada, mientras dejaba que yo percibiera ese aire a juego para obligarme a vencer mis propias trabas para contarle todo...
-Mariu, ¿Es posible que no entendás?
-No sé, talvez... Explicáme... Tenés que hacer algo, ser más específico... sino no entiendo...- Se mordía la esquina derecha de su labio inferior, su gesto típico cuando está pensando. Su sonrisa de inocencia juguetona no se borraba (ni se borrará)- ¿Entonces?...
La gente ya no importa. La música ya no importa. El lugar ya no importa. Estoy aquí, y ya no pienso. He pensado mucho en mucho tiempo. En este momento sólo siento... soy.
-Mariu- nos dejábamos llevar por la nada, por las espirales, por el calor de su respiración...
-¿Quep?
-¿Puedo hacer algo?- le dije casi susurrando, mientras ella cerraba los ojos e inclinaba su cabeza, recostada sobre la pared, sentada en el suelo... los delgados hilos de su cabello cobrizo que caían sobre su frente, parecían ser el suspiro de la luz que, desde que llegamos al bar, nos guiñaba.
-¿Quep?- de nuevo se mordía el labio, cerraba los ojos, respiraba un poco agitado... su juego de inocencia para obligarme a saltar había dado frutos...
-Esto- y sucedió. Su boca, la mía. Su aire, el mío. Sus manos en mi cuello, las mías abrazándola, como para que no se desvanezca...
Horas. Besos y caricias. Otra cerveza. Un cigarro. Más cervezas y muchos cigarros. Infinidad de besos y caricias. Sonrisas, carcajadas, miradas y alguna que otra frase "no prefabricada", sincera y hasta cierto punto desesperada. Me perdí en un pensamiento, en un miedo... un miedo muy grande que me persiguió.
-¿Qué pasa carlitos?- de nuevo esa frase. Tu frase, la que me hace soñar.
-Nada. Me perdí en un pensamiento... no sé, algo que me dió miedo...
-Sí, yo sé. ¿Has pensado en lo extraño que es esto?
-Sí, es muy loco.- Ella suspiró, pero no era un suspiro de alegría como hace unos instantes, era de preocupación...
-¿Qué pasa Mariuge?
-Nada...-suspiró de nuevo- ...Es que, no sé. Estaba pensando en Esteban...-lo dijo con la preocupación de cómo podía yo reaccionar al escuchar ese nombre, al pensar en lo que sucedería al salir de aquí, al pensar luego de esta noche...
-Sí, yo también estaba pensando en eso hace un rato. Será enfrentar esto... no sé, ¿Qué hacemos?
-¿Y si dejamos todo? Nos olvidamos de todos, de todo... huímos! Nos hacemos artesanos y escapamos a la playa, a parchar...
-No sé, ¿Cuándo nos vamos?
-¿En serio?- dijo mientras se acomodaba en el suelo, como si hubiera dado un pequeño salto de alegría. La emoción le saltaba de los ojos, y no podía tener las manos tranquilas.
-Síp. No tengo nada que me atrase. ¿vos?
-Tampoco...
Huímos. Soñamos. Vivimos el sueño último que cualquier ser humano puede tener.
(...)
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Acto IV
(De la locura, las enfermedades y la realidad)
Esteban llegaba un poco asustado. Mariuge lo esperaba intranquila en la mesa. Su mirada se perdía en una luz que se apagaba. Esteban se paró frente a ella, quien se dió cuenta de su presencia hasta que no pudo ver la luz. Lo miró con los ojos hechos cristales rotos y lanzó sus brazos a su cuello. Él la recibe con un fuerte abrazo, rodeando su cintura y apoyando su nariz en su hombro, como respirando sus cabellos siempre olorosos a alegría y esperanza.
Pasan unos cuantos minutos así, de pie frente a la mesa sin importar lo que el resto de personas piensen. Mariuge respira profundo como para controlar las lágrimas que quieren salir (y que a ella no le gusta que salgan, no le gusta que la vean llorar) y termina esa aspiración profunda con un suspiro. Se calman.
-Yap.- dice casi susurrando, con la voz de dulce que la caracteriza pero con cierto temblor al hablar (las lágrimas que no salieron se acumularon en su voz).
-Bueno, sentáte. Tranquila.
Ambos guardaron silencio durante unos minutos, durante unas eternidades, según ellos sintieron. Esteban rompe el silencio.
-Pobrecillo. No sabía que estaba tan enfermo del corazón ni que le podía pasar eso.
Esperó a que sus palabras tan toscamente elegidas causaran el peor de los efectos. Se arrepintió de ser tan crudo para hablar hasta después de haberlo dicho. Sólo esperó en el silencio que mariuge generaba mientras se mordía su labio.
-Sí. Yo sabía que estaba mal pero no tanto. No sabía que podía darle un derrame... Antes nos había asustado, pero yo pensé que ya estaba bajo tratamiento... Yo sé que va a sonar muy feo, pero mejor se hubiera muerto...- terminó la frase agachando su cabeza, mirando hacia la mesa y trantando de contener más lágrimas (éstas de nuevo se acumularon en su vocesita).
-Tranquila, yo lo sé. -le tomó las manos y se las besó- Es preferible antes de quedar para siempre en una cama sin poder hablar o pensar... Suena feo pero era preferible que muriera. Pobre carlitos...
-Yo... no sé. No sé si te acordás que yo te conté que Carlitos se puso adecirme cosas, de que me quería, que estaba enamorado, esas varas... no fué hace mucho como te dije, fue el día anterior a su ataque. Pero sí yo le dije que no, que yo estaba con vos, que te quería mucho. Pero me siento un poco culpable...
-¿Por que? No tenés la culpa de nada. Si vos me querés y yo tambien, no somos culpables de nada. Si a Carlitos de dió lo que le dió no lo podías evitar... Mariuge, no te sintás mal. No es tu culpa ni la mía, talvez ni la de carlitos...
-Dicen que puede pensar, pero no se conecta con su cuerpo... ¿en qué pensará?...
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Bonus track:
Acto I.2
(De la continuación y la realidad)
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-Está bien. ¿En qué pensás?
-En nada, sólo me perdí en una luz...
-No se vale usar frases mías... ¿Me vas a decir en qué pensás?
-En todo y en nada concreto.
-¡Qué específico!... No se vale, tenés que contarme.
-Pensaba en vos, en lo linda que sós, en lo mucho que te quiero... En lo mucho que me gustás...
-Carlitos, no. Vos sabés que así no son las cosas. No echés a perder nuestra amistad. Yo a vos te quiero como un hermano, nada más.
-Mariu, perdón pero no lo puedo evitar...
-Carlitos, mejor dejálo hasta aquí. Vos sabés que yo estoy con Esteban y que entre nosotros no puede pasar nada... No arruinés nuestra amistad, punto. Dejálo así o sino me tendré que ir...
(...)
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Ahora tengo que terminar este cuento, Carmen le encontró el significado al punto (.) que un día le comenté; un significado que yo no le dí pero que ella quiso aceptar. Por lo demás no se preocupen, carlitos está bien, su salud es estable y aunque no reacciona parece que es feliz soñando conlas cosas que nunca pasaron ni pasarán. No vive pero ahora sueña y vive un sueño. Mientras no se dé cuenta de que todo es falso estará bien (Por favor no lo despierten).
Espero algún comentario.
Saludos,
C. Del Valle
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