En una de esas noches de junio, mientras el frío hacía que los amantes se acercaran más bajo las sábanas, yo me encontraba bajo los efectos del insomnio causado por la soledad, Varios cafés cargados de tristezas me hacían daño al corazón que quiere estallar por la taquicardia. La habitación vacía y oscura, sin más muebles que una cama prestada y unas cajas de cartón para guardar la poca ropa que me queda, se volvía más fría conforme avanzaba el victimario reloj. En esa noche de junio llegó a la ventana de mi habitación un pájaro negro, de plumaje limpio y profundamente nocturno. Ese cuervo no tenía nada que ver, ni en lo más mínimo con el de un cuento que alguna vez leí, aquél que decía algo así como nunca jamás. Este cuervo me miraba tiernamente, como quien busca descansar en algún sitio luego de uno de esos viajes agotadores. Le abrí la ventana y tímidamente entró. Miró mi oscuridad y sonrió ante la escena de ver las luces apagadas y sólo una vela encendida, creo que no comprendió bien el porqué de mis locuras de luz ambarina.
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(Continuará, ahora estoy un poco cansado)
1 comment:
agradeceria mucho si lo continuas me gusto mucho el comienzo... saludos suerte
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