Sunday, December 02, 2012

Entrega puerta a puerta

Pónganse en situación. Domingo, noviembre, dos de la tarde, y de qué tarde. Llovizna de esa necia, que ni termina de venir, ni quiere irse. Frío, mucho frío. Maldito invierno y ese viento frío. Y yo, en el patio de la casa, con las manos bajo el chorro de la pila lavando ropa. "Me llevan mil demonios, ya no siento los dedos de la mano".

Cierro la llave y entro a la casa. Me duele la nuca del frío. Saco un cigarro de la bolsa de mi camisa, y justo cuando lo voy a encender alguien toca la puerta. Quizá no puedan entender porqué me sobresalta que alguien toque a la puerta, sino comprenden que la puerta de mi casa queda separada de la calle por la cochera y un gran portón de metal que siempre está cerrado. Es decir, para tocar a la puerta debe ser alguien con llaves, o alguien que se brincó el portón (O bien, alguien lo suficientemente delgado como para pasar entre los barrotes, pero ni siquiera yo puedo meter una pierna entre ellos).

Con cierta desconfianza me acerco a la puerta, y nuevamente la golpean desde afuera. Acerco mi oído y pregunto con cierto temblor en la voz: ¿Sí?

-Buenas. Busco al señor Francisco.

"Demonios ese soy yo", pienso. -Sí, ¿para qué asunto sería?

-Sí, es que le han enviado un beso.

Por un momento me quedo callado. La verdad me parecía una estupidez. Pero no había escuchado mal. Estaba seguro lo que escuché. Finalmente pregunté: "¿¡Qué!?"

-Sí, me enviaron, le enviaron un beso. ¿Va a abrir o me voy a tener que meter por debajo de la puerta?

-¿Si se puede meter por debajo de la puerta para qué quiere que le abra? -ya me empezaba a molestar este absurdo.

-Mmm... no lo sé. Porque es lo normal que me abra. Oiga, vea, yo no sé, así funciona esto, así ha funcionado siempre. Alguien manda un beso entonces me despachan a mí, llego a la puerta, toco, me abren y desaparezco. Así es como funciona el mundo, ¿Me va a abrir?

Ya para ese momento toda la situación era tan particularmente extraña, que la verdad abrí la puerta sin preguntar más. "Pase", a secas.

El famoso beso entró. Se quedó mirando alrededor y trataba de ver sobre mi hombro hasta la cocina. "Bonita casa". "Ajá".

-¿Y bueno?

-¿Qué?

-Usted es el que dice que así funciona el mundo, entonces yo pregunto: ¿Y bueno?

-Ah sí. Vea según el número de orden trescientos siete guión cuatro, se ha enviado un beso a el señor Francisco...

-Sí, eso ya lo dijo.

-Ah, perdón.

-Tome asiento. ¿No quiere un café? estaba por hacer un poco. - le dije mientras caminaba hacia la cocina.

-No gracias, no podemos tomar café, nos arruina el sabor. Pero si tiene un poco de té...

Volví a verlo sobre el hombro, y creo que fue con mi cara más poco amigable. Traté de fingir una sonrisa mientras le decía entre dientes: "Claro, un té..."

Se sentó en uno de los bancos de madera del desayunador, y sacó unos papeles. "Antes de proceder necesito completar unos datos que nos solicita la compañía. Para eso debemos llenar el formulario D-140-8. Evidentemente es la primera vez que recibe el servicio. Bueno, disculpe si es un poco ofensiva mi observación, pero creo que es evidente que..."

-No, descuide. Continúe con la formula y acabemos con esto lo más rápido posible, estoy lavando ropa.

-Está bien. ¿Dónde quiere que le coloque el beso?

-¿¡Qué!? No, ya esto es demasiado.

-¡No oiga, no se enoje! Así es como esto funciona, ya le dije. Es lo normal. La gente llama, manda un beso, nosotros venimos, y desaparecemos en el lugar que usted indique. Así ha sido desde tiempos inmemoriables. Antes era más complicado, porque teníamos que viajar por correo, y las cartas, los caballos, luego los barcos, los trenes... usted no sabe lo que es tener que pasar días colgando en un saco de correspondencia a que pase un tren, y peor en invierno, el frío, la lluvia, o los meses en la bodega de un barco, de aquí para allá, de aquí para allá...

-Bueno, bueno, en fin, ¿qué se supone que tengo que hacer?

-Nada. Yo me encargo de todo. ¿Dónde quiere su beso?

"¡Oh por dios, esto es demasiado absurdo!" -A ver... ¡en este plato!

-¡No!, digo, perdón. Ejemm... discúlpeme, no puedo hacer esas observaciones. Pero ¿no le parece muy raro que sea "en un plato" donde reciba usted el beso? Digo, alguien se tomó su tiempo para enviarlo y usted lo desea desperdiciar ahí...

-Pffff... En fin, ¿Dónde se recibe normalmente?

-Bueno, "normal" es un término muy amplio. Fíjese que en una ocasión, una señora me pidió, que como su amado siempre le daba besos en determinado lugar, ella quería que yo...

-¡No, no, no, no me cuente más! Déjelo en el congelador, yo luego veré que hago con él.

-¿En el congelador, señor? -me dijo con cara de angustia.

-Sí, en el congelador. Para que se conserve, luego veré qué hago con él.

-Bueno, pero en realidad el plato es un lugar muy original para recibirlo...

-No, lo quiero en el congelador. Fíjese que a usted le sentaría muy bien unas vacaciones, un poco frías sí, pero bueno, puede quedarse a la par del whisky que conservo ahí. Y si se aburre, puede tomar con confianza, al cabo que no creo que no le guste tomarse unos traguitos con el frío.

-Bueno... el cliente es el que manda...

Y se metió al congelador. De esto hace ya quince días, y hasta hoy que me serví un trago para cerrar la noche, recordé la escena. Tengo un beso tuyo congelado, junto al whisky, para las noches en que haga demasiado frío y estés tan lejos que no podamos ni hablar.

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