Saturday, November 25, 2006

El Régimen (malES. CRI. TOpo. lítico)

La tarde se tornaba cálida con el sol de invierno frente al local, la brisa de diciembre nos refrescó al ambiente.

¿Nos tomamos otra? Por supuesto…

Dentro del local nos encontramos para debatir las incompetencias de la vida, los stalinismos del presente que nunca fueron pasado y las formas de arreglar lo que dios dejó olvidado antes des morir.

El zarpe, ¿te parece?

Fuera del local nos despedimos, contentos y esperanzados de que ya habíamos resuelto la vida, arreglado al mundo.

Ahora nos iremos a dormir tranquilos, talvez sacaremos un libro del estante, encenderemos un cigarro, sorberemos un café, quizás hagamos el amor (que no es poca cosa) o escucharemos las noticias de la noche. Pero estaremos tranquilos porque ya arreglamos los problemas del mundo, aunque las soluciones se queden en el local.

Es posible que llamemos a los camaradas del grupo amigo…

Aló, Fran, ¿como estás?

Bien Carlos, ¿y vos?

Aquí sobreviviendo, ¿cómo andan tus chicos?

Algunos medio indisciplinados como siempre, otros acatan muy bien las órdenes. ¿Y los tuyos?

Preparándose, ahí…

¿Preparándose? ¿Para que?

Ah, ¿no lo sabés? Dicen que vieron al Régimen con una pata quebrada.

Ah sí, ya lo sabemos… dicen que lo han visto muy desgastado, pero además dicen que sus súbditos le compraron unas muletas, ¿vos creés que se caiga?

No sé, espero que sí. Puede ser la oportunidad que hemos esperado, prepará a tus chicos por cualquier cosa.

Tranquilo, ya los estoy preparando. Esperamos que caiga.

Así hemos cumplido por hoy la misión histórica de coordinar la caída del Régimen, sólo nos queda esperar…

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El Régimen que no gozaba de buena salud, se sentía peor desde que se quebró. Por suerte para él ninguno de sus enemigos le metieron una patada… Uff, de la que se había salvado. Luego de unos meses de sentirse como lagartija en crisol, tuvo la fuerza de tirar las muletas y salir corriendo, ya no era tan peligroso que se cayera.

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Mientras tanto a nosotros, con esa carrera que pegaba el Régimen, se nos escapaba la oportunidad histórica de verlo caer. Lástima, nos reunimos de nuevo en el local del bar frente a la universidad para debatir cómo se nos escapó la caída. Los demás sacerdotes me confesaron.


C. Del Valle

Saturday, November 18, 2006

Sueño 3.

Debo pedir disculpas por este escrito, no es muy bueno pero es un sueño que reclamaba ser transcrito. Así que por mi integridad psicológica lo publico, espero lo soporten.

C. D.V.

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Cuando nací era un diminuto ser humano, una masa informe de de piel, de carne, de gritos… un ser humano como todos los demás. Para diferenciarme me han regalado un nombre, un suspiro del alma de quienes me crearon; me regalaron con el nombre un alma.

1:17 am. Hoy me siento a pensar sobre cómo he llegado hasta este lugar frío, en el que las causas de sonrisas apenas me arrancan una mirada triste, un lugar en dónde dibujar en mis labios un simple arco se vuelve dificil a pesar de ser feliz…

Cuando era niño en una tienda me cautivó un reloj de bolsillo, un reloj plateado, un reloj que me imaginaba me haría recordar cuanto tiempo tengo vivo y cuantos segundos quedan para seguir sonriendo antes de que caiga el sol y con él mis párpados.

1:19 am. La melancolía parece no dormir. En las serenatas nocturnas de sonidos ininteligibles, se esconden murmullos de duendes que se burlan de mi soledad. En las lágrimas ajenas de los niños se refleja la nostalgia propia de los tiempos en que contábamos segundos para ser feliz. Hoy la melancolía no duerme y no deja dormir.

Cuando era un poco más viejo, pero joven aún, pasaba por la tienda de antigüedades en busca de libros interesantes de reventa o de algún artefacto en desuso que me pudiera llamar la atención. Una de esas tardes de junio, en las cuales solía caminar sin algún destino, paseaba por las fantasiosas imágenes de mi cabeza dándole vueltas al asunto que más tiempo me había consumido en los últimos días: ser tan grande o tan pequeño como para desaparecer.

Cuando recobré la noción de que existo en un mundo material y no sólo en mis fantasías, me encontraba frente la vitrina de la tienda de antigüedades. Me había perdido tanto de mí que una parte existía en el reflejo de un reloj como el que había visto cuando era niño, un reloj de bolsillo con una cadenilla fina; y mi otra parte seguía pensando en cómo desaparecer.

1:23 am. Los minutos son lentos cuando se espera. A veces siento como si me mantuviera en una espera constante de algo, de algo muy malo, casi tan malo como la muerte sólo que sin la ventaja de dejar de existir, de sufrir. A veces me siento como ajeno a las decisiones de mi propia vida y me parece verme actuando como un elemento ajeno a mí, un elemento que se desdobla de mí y que tiene conciencia propia, una conciencia que también es mía pero ajena. A veces también llego a sentir que no soy parte importante de las decisiones que me afectarán, que cualquiera de mis dos conciencias y sus respectivas acciones son simplemente espectadores de lo que me hará daño, que me siento a esperar el futuro amordazado, con las manos atadas en la espalda y un cuchillo tambaleándose sobre mi cuello. Un cuchillo afilado con decisiones propiamente ajenas, indeciso de caer o no sobre mí; un cuchillo que se tambalea de aquí para allá, de allá de vuelta a acá…


-Señor, es este reloj lo que deseo, no quiero ninguna otra cosa de su tienda. Yo soy un cliente que frecuenta este lugar y quiero saber porqué se rehúsa a vendermelo.

-

-No me parecen nada coherentes sus argumentos. Yo deseo ese reloj y entregaría hasta mi alma por él

-.

-No importa, yo exijo ese derecho a comprarlo…

1:27 am. a veces creo que es mejor que el cuchillo me desangre. Así se acaba la angustia de esperar una muerte tan violenta. Pero luego pienso que en realidad ese cuchillo propio ajeno no existe, que es una invención mía, una creación metafórica sobre la angustia que tampoco existe y que me invento sólo porque la melancolía tiene insomnio y yo soy su forma de matar el tiempo. ¡De matar el tiempo! Cuidado y no me mata a mí antes que al tiempo. Por eso me da cuchillos falsos para que me mate.

1:33 am. Las manecillas bailan un tango húmedo de silencio con los retazos del alma, con aquellos retazos que quedan luego de que ha sido mordida por la Luna.

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Continúa…

C. del Valle

Thursday, August 31, 2006

Relato corto desde una tumba: La No-Muerte y un Funeral

Disculpen la tardanza, pero en la funeraria me querían cobrar por el uso del nicho que ya desocupé, arreglar esa situación me demandó mucho tiempo. Todavía tengo tierra en las mangas de la camisa y algunos gusanos en los zapatos. Pero en fin, les traigo un relato, disculpen si no llena las expectativas...
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Como duele podrirme. Es dificil estar aquí abajo, aquí en lo oscuro, aquí en lo húmedo. no siento las manos, no las veo, no las puedo mover. Los gusanos pronto acabarán su trabajo y no quedará más que mi memoria y mi noción de existir, aunque sea aquí encerrado. ¿todavía tendré manos que mover o sólo las imagino, las recuerdo?

Es difícil tener que podrirme, pero soy materia que se descompone, soy polvo -dijeron en la misa- y al polvo debo volver. ¿Volver al polvo? Siempre estuve sentado en el. De hecho, siempre estuve mordiéndolo, siempre lo modí y aún así nunca sació mi hambre.

Es muy doloroso podrirme, descomponerme en la oscuridad. No tengo nada que hacer. Ni siquiera puedo irme a caminar en las noches, mirar por las ventanas a oscuras, sentarme en los parques a mirar a los indiferentes, no puedo ni siquiera fumar, no hay nadie a quien mirar en silencio, no están los viejos amigos para hablar de todo menos de mí. No hay nada que hacer en este cajón oscuro. Lo único que me dejaron para entretenerme son los desechos de la memoria, de mi memoria, los recuerdos que no quise dejar allá arriba. Pero no los quiero usar, por algo no los dejé con la otra parte de mí que vive en la superficie. ¿Muerto? No, enterrado. ¿Es posible morir?...

Enterrado y sin posibilidad de salir. Lo último que recuerdo es el sonido de la tierra sobre la caja. Un sonido cada vez más lejano, un sonido más ligero pero un mayor peso en mi pecho. Es extraño, pero creo que nadie me vino a despedir. Nadie lloró, nadie festejó. Bueno, creo que sí hubo un festejo pero no me avisaron. Es terrible no poder salir. Preferirìa ser como los que deambulan por las noches, frustrados de que nadie los vea, frustrados de no poder abrazar, besar, acariciar; frustrados por no tener cuerpo. Pero por lo menos pueden caminar por las noches, pueden perderse mirando la luna, pueden visitar a quién quieren para frustrarse más por su incapacidad de tocar. Me gustaría visitarte, pero no puedo salir.

¿Me recordarás? ¿Dejé alguna marca en tu vida? ¿Recordás algo de mí? No puedo salir y pronto las imagenes se disolverán en el olvido. Yo no quiero recordarte, pero lo hago. No puedo hacer nada más aquí abajo.

Definitivamente, podrirme sin morir duele...
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C. Del Valle

Tuesday, August 29, 2006

Tengo Cien Años de Perdón (cuento en verso que no rima)

Robé un beso. Nadie me vió.
Mientras ella destaba despistada
me acerqué y se lo robé.

Bueno, no sé si me lo regaló.
me robé un beso y ahora es sòlo mío,
bueno, es mío y en parte
también es de ella.
Ladrón que roba a ladrón...

Tengo un beso, un beso suyo,
un beso de ambos.
Es robado, claro,
pero un beso hermoso.

Tengo un pequeño beso,
pero basta para sonreír
cuando lo siento en mis labios.

Tengo un beso robado,
pero creo que pronto va a morir.
Lo he visto hacerse más pequeño y transparente,
creo que ya no lo siento con la misma fuerza de cuando me lo robé.

Es un beso hermoso,
pero me da miedo que se pueda morir
como las esperanzas.
Tengo un beso robado,
pero si muere ya no podré robarle más...

C. Del Valle

¿Has perdido la cordura?

He perdido la cordura. Estoy seguro que la tenía en mi bolsillo y seguro cuando saqué las llaves se debió caer... No la encuentro, no está en mi caja de cartón con la ropa, no está debajo de mi cama, no está en mi maletín... No encuentro dónde dejé mi cordura, creo que la perdí.
Es cierto ya estaba muy desgastada, con algunos remiendos, pero aún así funcionaba. Me protegía. El último ataque tuyo casi hace que se rompa por completo, por eso la tenía en el bolsillo para llevarla a reparar. Pero no la encuentro!!! Se ha perdido mi cordura, si alguien la encuentra tirada por favor avíseme:

C. Del Valle
Apartamento 79, color gris,
Avenida de las Esperanzas hambrientas,
La ciudad muerta.
El Paìs de las Sombras.

Saturday, August 19, 2006

Un futuro incierto (No alimentes esperanzas)

Ayer, mientras la lluvía luchaba por atravesar los cristales de mi cuarto y mis fuerzas languidecían ante el mundo, buscaba en la caja de cartón (bajo mi cama) un par de medias que me calentaran. Entre los misterios de porqué se desaparecen los pares, encontré una viejas esperanzas. Estaban flaquitas, tristes, no hablaban, a penas si podían respirar. Sus huesitos se dibujaban en la piel, parecían que tratanban de escaparse a través de ella. No me atreví a tocarlas en el acto, por miedo a que se rompiera su piel y salieran sus huesitos o que si las tocara se quebraran esos cuerpecitos lastimeros. Hice todo los esfuerzos mentales para poder reconocerlas, no fue fácil, pero al fin supe porqué estaban ahí, porqué estaban bajo esas condiciones tan precarias: Son las esperanzas que un día, después de varios consejos de mis amigos, decidí no volver a alimentar.

-No debés alimentar falsas esperanzas, dejálas de un lado y reconstruite vos...
-Pero no las puedo dejar morir, no quiero abandonar mis esperanzas...

Me siento inhumano al ver el estado en el que se encuentran, mas no podía seguir alimentándolas con mi sangre, eran ellas o era yo. Por aquél tiempo las esperanzas estaban gorditas, sanas, ¡hasta color en sus mejillas tenían las cabronas!; pero yo estaba cada día más flaco, más triste, ya casi sin sangre...
Tomé los cuerpecitos flacos de las esperanzas, las acaricié tratando de demostrarles todo mi cariño, el último cariño que podía demostrarles. Ellas abrieron sus ojitos (grandes en proporción a su cabecita, sobresaliente de sus caritas), me miraron con ternura y con un suspiro, fueron muriendo una a una en mis manos.
Siento tristeza al verlas ahora, no sé si era lo mejor, pero ya las dejé morir de hambre...
No puedo ocultar mi nostalgia por ese último suspiro, debo aceptarlo, en ese momento se me escaparon algunas lágrimas, pero ya nada puedo hacer...

C. Del Valle

Friday, August 18, 2006

El ladrón de boinas y la hacedora de sueños (Bella stronza II)

-Joaquín, decíme: ¿qué pasa?
-Nada, sólo tengo un poco de sueño...
-Estabas tomando, ¿cierto?
-jaja, sólo un par de cervezas...
-Joaquín, queé tenes en las manos? Para ver!
-Nada, sólo me raspé..
-Pero estás todo cortado!!! Qué pasó?!
-Nada, fué una botella...

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-¿Qué tenés en las manos? ¿Te cortaste? Vamos a mi apartamento, es aquí cerca. Tenés que lavarte las manos, se te va a infeccionar..
-No, no me voy a lavar las manos. No vengás jugandome de machito y tratar de llevarme a tu aparta. Tenemos que ir a San Pedro.
-Sólo me preocupan tus heridas. Aún así debemos pasar al aparta, necesito recoger el dinero, no ando nada. De paso te lavás las manos...
-No me las voy a lavar. Vos también te has cortado.
-Un poco, no es mucho.
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-Piyo, qué te pasó.
-Nada, pero si querés saber: sólo me echaron de un bar, casi me echan de otro, se me quebraron dos botellas, me chiflaron y arrojaron cervezas y cubitos de hielo en "SAND", caminé como idiota por toda la capital, desperté con medio billete de diez mil colones en cada mano, una cinta "scotch", volví a fumar mota, aparecí en mi apartamento con la boina de una española loca (que no sé ni cómo se llamaba), como verás mis brazos están cortados por vidrios...
-Está bien, ya, demasiada información, no me contés más, esas aventuras tuyas no me interesan... Piyo cuidáte, otra vez hacés esas cosas, tené cuidado...
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Luego de correr por las calles vacías, sin ningún motivo, solamente llevados por el espiritu de locura que esa noche les había poseído a dos extraños que se unían para destrozar al mundo; logró convencerla de sentarse en la acera frente al banco.

-Fumás?
-Sólo mota.
-Sí, yo también pero ahora me refería a tabaco. Mota no tengo...
-Yo sí...- y ella sacó de su bolsillo una arrugada caja de fósforos, en la cual traía la colilla de un puro-, ves?
-¿Lo encendemos aqui?- dijo mientras miraba de reojo a los guardas de seguridad del banco estatal de al frente- yo tengo encendedor...
-No. Cuando lleguemos a San Pedro. Poeque tenemos que ir a San Pedro, no nos vamos a quedar aquí, ¿Me llevarás a San Pedro, verdad?
-Sí, iremos. No sé porqué, pero iremos...

Las cajas de cartón volaron en medio de una furiosa lluvia de puñetazos, patadas y gritos. Él le hizo segunda en el despilfarro de ira contra las cajas de cartón en la acera, ella las golpeaba y finalmente las lanzó a la calle y fue tras ellas. Joaquín la tomó de la cintura y la regresó a la acera, justo antes de que un camión la aplastara.

-Tío, te la has jugado bien... -su acento de española loca se le salió por primera vez en toda la noche- te la has jugado...
-Gracias, pero sigo pensando que estás loca...
-Por eso andás conmigo.
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-Joaquín, ¿Y esa boina?
-Todavía no lo sé. Creo que es de ella, pero no sé porqué la tengo... todavía no recuerdo todo.


C. Del Valle

Saturday, August 05, 2006

Bella Stronza (Parte 1)

Cielo despejado, un poco de viento frío pero mucho sol y un dolor de cabeza extremo: un clima que simulaba un diciembre incrustado en la mitad del año. Joaquín andaba con el paso que acaricia dolorosamente al cemento, mientras que su mente divagaba entre la mezcolanza de recuerdos, entre el sudor y una sensación de alcohol añejo que sentía en su garganta.

-¿En qué momento se me ocurrió que yo anoche tenía que salir de mi apartamento a tomarme unas birras?

Martes, ya casi eran las ocho de la mañana y "piyo" aparecía en ese momento por la casa de su familia, cosa no muy habitual. Tres meses sin visitarlos y ahora aparece a desyunar casi sin decir una palabra.

-¡Hermanito! (un par de abracitos a sus piernas, pues hasta ahí llegaban los pequños brazos de Tita y Pía)
-¡Piyo!
-¿Piyo? ¿Qué hacés aquí?

-¿No tengo derecho de venir a visitarlas?

En realidad Ana sabía que algo no andaba bien, Piyo no acostumbra visitarlas muy seguido a menos de que tenga alguna de sus crisis existenciales cíclicas o que estuviera tomando cerca de la casa y necesite un lugar dónde dormir...

-Vamos al cuarto Piyo, tenés cara de sueño.

Joaquín se sentía extraño en aquella casa casi olvidada por su vida, aquellas paredes que lo hicieron crecer despacio y de golpe después, con la lentitud de un hogar consolidado y contradictorio, pero además con la brusquedad del abandono.

La sala está diferente, los muebles más deteriorados de la cuenta por el uso poco común que sus hemanitas le han dado, la pared del baño que da a la sala está más húmedad que antes (tiene más musgo). Lo único que parece estar tal y como lo recordaba es el reloj de pared con el paisaje de un río, que cuelga sobre el sofá más grande, ese que ha marcado la misma hora desde que era niño, desde que era felizmente inconsciente, desde que se perdía en las piedras de ese paisaje para despertarse con el olor a café recién chorreado y pan tostado, la voz de su madre y el refugio cálido contra la lluvia...

La habitación de su hermana mayor estaba como siempre, un poco de ropa por aquí, algún cenicero por allá, el ropero viejo de la abuela lleno de calcomanías y muchos dibujos de "Garfield" en la pared. Lo de siempre.

Se desplomó casi como hoja seca sobre la cama destendida, digo casi porque se dejó caer pero la resistencia del viento lo hizo descender lentamente para rematarlo con un golpe seco sobre la almohada. Su hermana se sentó en el borde.

-¿Qué pasa Joaquín?

"Joaquín", ella le dijo Joaquín, como cuando está hablando de algo muy serio...

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-¡No los recojás!!!
-Pero hay que hacerlo, no podemos dejar los vidrios aquí.

-Hijos de Puta!, Tienen que recoger eso o llamo a la policía... ¿Ven? ahí está, o los recogen o... ¡Señor, vealos!
-¡Haganme el favor y recogen esos pedazos de botella!

-No recogemos ni mierda!!!- Decía ella con didficultad, de cuclillas en el piso, de cara a la pared externa del bar- No tenemos que recoger nada!!!
-Ya, tranquila, recojamos esto- le decía Joaquínb mientras la abrazaba en un intento de retenerle los brazos para evitar que se los llevaran presos-, tranquila, yo los recojo...
-No, no recogemos ni mierda!!! Ni MIerda!!!

-No me señale!!!- gritó el policía golpeando la mano de ella

-Mae tranquilo!!!!, No provoque!!!- Joaquín se dió cuenta de que estaba alterado y que las circunstancias no lo favorecían, no era el momento de terminar en la delegación, así que se volvió a ella y trató de convencerla de recoger los vidrios de la botella que quebraron en la acera.
-Echemoslos en tu bulto, no tenés nada en él. ¿Ves? estos no son vidrios, son diamantes, son nuestro tesoro más preciado... Jajaja...

Mientras recogía los vidrios como si fuera arena, mientras ella enterraba sus manos entre esa montaña cortante, se reía disfrutando de esa fantasía de diamantes y lo miraba, de cuclillas y finalmente sonreía acercando su boca...
-¡Qué suerte haberte encontrado hoy!
-Estás loca...

Un beso, más vidrios, las manos cortadas...
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Wednesday, July 19, 2006

Sobre aves negras y velas, parte 2 y final (un cuento absurdo pero cierto)

El ave extrañada entró en mi habitación, silenciosa, perdida en las velas.

-Todavía no entiendo que hacés aquí.

No dijo nada, sólo me miró y finalmente suspiró. Pasaron varios minutos de silencio, mientras su mirada continuaba perdida en las sombras.

-Sólo vine a visitarte, a hacerte compañía.
-No entiendo. Sólo llegás y decís que venís a acompañar mi soledad. No entiendo.
-Debo confesarlo, estoy cansada de caminar tanto, de volar sin rumbo. Necesitaba aterrizar.
-¿Y por qué aquí?
-(suspiró) Tambien he de confesarlo, hace días qeu te vengo viendo a través de la ventana y quería pasar...

Yo no lo quería admitir de inmediato, pero desde hace días también me había percatado de su presencia frente mi ventana. Su silueta de ave negra y callada. Finalmente lo admití, yo también quería que entrara a acompañar mi alma en pena que vaga por el interior de esta habitación, de este apartamento vacío.

-Está bien- le dije- quedáte un rato más en este sitio, podés descansar aquí y me hacés compañía.

Se posó frente a mí. Yo pasaba las horas perdido en su sombra que se proyectaba gigante sobre mi pared y el ave se perdía en los reflejos de la luna a través de la ventana.

-Voy por un vaso de agua.

No respondió. Me miró por un instante y finalmente esquivó la vista. Tres minutos de silencio, finalmente me dijo:

-No podés ir.
-¿Por qué?
-Escuchá.

Guardé silencio y no alcancé a escuchar nada. Le pregunté de nuevo que porqué no puedo ir por agua si tengo sed.

-Escuchá, te lo advierto. Debo hacer otra confesión. También vine para advertirte de esto, creo que vós lo sabés pero no hacés caso. Oí con más cuidado, no podés salir de aquí, detrás de esa puerta ya no podés salir...

Era cierto, yo lo sabía. Sin embargo no quería entender. No es posible que ahora que me siento acompañado en medio de esta nostalgia no pueda salir de esta habitación, ellos ya han tomado todo el apartamento. Desde hace días (creo que desde que el cuervo inició a llegar a mi ventana) los he escuchado dar vueltas por el aparta, aún así yo trataba de ignorar esos ruidos, de no pensar siquiera en ceder una parte del apartamento. Finamente los ruidos se volvieron más intensos y ya no podía evitar ponerle atención, cuando las cosas se pusieron violentas preferí abandonar de a pocos esas habitaciones...

De nuevo traté de confirmar los ruidos y era cierto, ahora estaban justamente detrás de mi puerta.
-Tenés razón, ya no puedo salir.
-¿Ves? traté de advertirtelo pero es muy tarde...

Dejamos pasar las horas que se arrastraban silenciosas, sólo nos dsitría de cuando en cuando las variaciones de la luz ambarina.

-Creo que están forzando la puerta...
-¿Estás segura?
-Sí la están forzando, debemos salir de aquí.
-¿Pero cómo? No es posible, no nos pueden hacer esto...
-Pero lo están haciendo, debemos salir de aquí ahora!!! Abrí la ventana, ya.

El ave negra revoloteó por tada la habitación gritando que quería salir, que abriera la ventana, que por mi integridad también debía huir de ahí...
Desesperado le abrí la ventana y escapó con la velocidad que sus alas le permitieron mientras que a mí me invadía el temor de que se fuera y de que ellos entraran y yo estuviera aquí solo.
En medio de esa confusión me pareció ver que la puerta finalmente cedió, por más maciza que yo la creía y confundido, desesperado por el miedo y solo, me lanzé por la ventana de mi cuarto (ahora también invadido) ubicado en el sexto piso del edificio de apartamentos.

Tuesday, July 04, 2006

Sobre aves negras y velas (cuento absurdo)

En una de esas noches de junio, mientras el frío hacía que los amantes se acercaran más bajo las sábanas, yo me encontraba bajo los efectos del insomnio causado por la soledad, Varios cafés cargados de tristezas me hacían daño al corazón que quiere estallar por la taquicardia. La habitación vacía y oscura, sin más muebles que una cama prestada y unas cajas de cartón para guardar la poca ropa que me queda, se volvía más fría conforme avanzaba el victimario reloj. En esa noche de junio llegó a la ventana de mi habitación un pájaro negro, de plumaje limpio y profundamente nocturno. Ese cuervo no tenía nada que ver, ni en lo más mínimo con el de un cuento que alguna vez leí, aquél que decía algo así como nunca jamás. Este cuervo me miraba tiernamente, como quien busca descansar en algún sitio luego de uno de esos viajes agotadores. Le abrí la ventana y tímidamente entró. Miró mi oscuridad y sonrió ante la escena de ver las luces apagadas y sólo una vela encendida, creo que no comprendió bien el porqué de mis locuras de luz ambarina.
...
(Continuará, ahora estoy un poco cansado)

Del otro lado de la línea (férrea) I

Me encontré en el tercer vagón del tren, mirando por la ventana, pensando en nada y en todo...
Las cinco de la tarde... comienza el atardecer. Desde este asiento parece que el mundo se mueve más lento y hacia atrás. Allá quedan los tangos grises, las noche azules y tus regalos de labios-caricias...
Acá se vienen conmigo las memorias de lo que no tengo y el recuerdode lo que no fui, que parce me reprocha la inutilidad en la cual mi salud ha caido.
La botella de vino en mi mano, envuelta en una bolsa de papel, me invita a sentir el placer etílico de no sentir el temor a lo que no conozco...
Abrí la ventana a pesar del frío de esta tarde-noche, la brisa que entra me acaricia la frente a como vos lo hacías cuando la flor de tu amor no se había marchitado, la flor de un día...
Me perdí en las nubles naranjas-violetas, me perdí en la luz. Y ahora me doy cuenta que me acaba de equivocar, los tangos grises, las penas de bandoneón, no se han quedado allá. Los traigo acá, entre el pecho y la espalda. "Nostalgias, de escuchar su risa loca, y sentir junto a mi boca como un fuego su respiración..."
Otro sorbo a la botella, otra noche de solitaria-tristeza, otro desvelo me espera, ahogando las penas en mi garganta y buscando un beso que me quite tu dulce sabor de piel...
Otra estación.
A mi lado se sienta una anciana, que me mira de reojo y hace mala cara al ver la bolsa con forma de botella. Sonrío con un gesto gentil, como quien trata de ser amable y ella me lo devuelve con una mueca que no entiendo. En este moemento ya no soy capaz de distinguir nada del paisaje, de vez en cuando se asoman las luces de un tímido pueblo que se desvanece casi de inmediato. Tengo un problema, ¿Sabés? ¿Cómo se supone ahora que me pierda en las luces si sólo quedan sombras para observar? Me perderé en las sombras y a eso era a lo que le temía. A volcer a las sombras una vez que ya me había acostumbrado a perderme en los caminos de tu luz...
...
He dormido un poco, luego de terminar la segunda botella de vino. La anciana ya no está a mi lado, creo que ya nadie está a mi lado. Lo que me despertó es el frío increíble que hace por esta zona, es un poco distinto y estraño viajar por un lugar que no conocés, por un lugar distante y frío, antes que quedarse en la cama tibia junto a vos. Y cerré la ventana. Quisiera saber por lo menos en que sitio me encuentro ahora, el tren avanza sin miedo por la ruta que conoce de memoria, mas yo no sé siquiera hacia a donde voy. No tengo ni la menor idea de cual tren es este. ¿Qué clase de personas habrán al final de la línea férrea?
...
Es de día, bueno por lo menos hece siete minutos es un nuevo día aunque todavía no amanezca. Faltan varias horas para que salga el sol. Ya no tengo botellas y espero conseguir unas en la próxiam estación. Me desperté a esta hora porque acaba de soñar algo muy extraño, algo que no me gustó. ¿Recordás el cuadro que tanto te gusta, aquél el azul que pintaste? Lo ví pero no en liezo, era como de yeso. Estaba colgando en el pasillo de siempre y de pronto saltó un troza de la esquina inferior izquierda. Se quebró así, por nada. Por nada. Vos llorabas y yo trtaba de arreglarlo. No sé porqué pero sentía que era mi culpa, pero en realidad yo no había hecho nada. Estabas molesta y... desperté. No entiendo todavía.
La línea del tren se proyecta más allá de lo que puedo ver...
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(continuará, talvez)

Sunday, July 02, 2006

FInal tentativo en cuatro actos y un bonus track para entenderlos

Carmen:
Cuando te conté sobre este final para la historia, me dijiste que no era posible, que todavía no tenía un final. Parece que ahora vós le has dado un significado al punto (.) que yo comenté hace poco.
Lástima, me duele.

A todos los demás (y no por eso menos estimados):
Este es un final tentativo para el cuento corto (eterno). Espero que (no) les guste. A mí no me gusta ni me disgusta, sólo me duele por carlitos.


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Acto I.1

-Mariuge querés ir por una birra?
-Ay carlitos, estoy cansada.
-Vamos, con una sóla se te pasa. Recordás? no hay mal que dure dos birras...
(sonrió)-Está bien, pero sólo una...
-Claro, como siempre- como si no nos conocieramos, una, y otra, y que interesante conversación, y otra y ...- De por sí yo no tengo plata.

El mismo lugar de siempre. Ahí sentados conversabamos un poco sobre los cursos que he perdido, lo irresponsable que me he vuelto, sobre los problemas de salud que ahora me atacan, u ella sobre lo mucho que le gusta lo que estudia, sobre lo que le pasó ayer cuando hablaba con su familia, sobre sus recuerdos y aventuras del colegio... lo normal de siempre.

-Carlitos, pero decíme, desde hace un tiempo estás un poco extraño, no sé, como triste. ¿Qué pasa Carlitos?

(Esa frase. Cuantas veces la he escuchado en las últimas semanas. No sé, muchas. Cada vez con una entonación distinta pero con un sólo recuerdo, el de la entonación de tu boca)

-No pasa nada. Sólo un poco cansado, eso es todo.
-No carlitos, eso no es. Yo te conozco y no sos así cuando estás cansado. Decíme, para eso están los compas, no sólo para las mesas de tragos. ¿Recordás?
-No se vale usar frases mías...
-Está bien. ¿En qué pensás?
-En nada, sólo me perdí en una luz...
-No se vale usar frases mías...- Reímos como los tontos que parecíamos, como los niños que fingíamos, como los dos extraños conocidos que éramos. Finalmente me perdí de nuevo en una luz, en su luz, en la de sus ojos-ternura brillantes- ... ¿Me vas a decir en qué pensás?
-En todo y en nada concreto.
-¡Qué específico!-Sonrió de nuevo, esa sonrisa que no se finge. Esa sonrisa de niña que tiene cuando juega a dejar entre ver los secretos de la mujer que ella es.-No se vale, tenés que contarme.
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Acto II

Ileana nunca me contestó. Necesitaba hablar con ella de nuevo, necesitaba que me respondiera el mensaje, que fuéramos a tomar un café y me aconsejara, yo no sé qué es lo que debo hacer.

Ahora ya no sé hacia donde debo caminar, las direcciones se vuelven muy confusas y no es sólo por utilizar una metáfora, estoy perdido en la ciudad que habitan aquellos que desean desmanuzarte, destrozarte y hacer una parrillada con vós. Aquí estoy corriendo bajo la lluvia de espinas tratando de no pensar y sólo sentir, pero no puedo haqcerlo poruqe no sé lo que siento, no sé lo que tengo pero sí conozco profundamente lo que me hace falta...

Desearía poder dejar de correr como quien huye de todo, pero realmente estoy huyendo de todo. Esa es mi acción más inmadura y con la que siempre he luchado. Lucho por no huir pero lo estoy haciendo, estoy obligado a hacerlo... Estoy corriendo, lluvia, espina, Mariuge, hígado (Ndembu)... me tiembla el pulso y trato de sostener entre mis manos mi pecho que quiere estallar pero se me resbala y escucho como se alejan los sonidos, los gritos, la gente que se vuelva confusa y transparente...
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Acto III
(el acto más hermoso, el sueño más dulce de carlitos)

-Está bien Mariu, te diré que me perdí en una luz pero no en cualquiera, me perdí en vos...
-¿De qué hablás carlitos?, no entiendo- dijo con una semisonrisa mal disimulada, mientras dejaba que yo percibiera ese aire a juego para obligarme a vencer mis propias trabas para contarle todo...
-Mariu, ¿Es posible que no entendás?
-No sé, talvez... Explicáme... Tenés que hacer algo, ser más específico... sino no entiendo...- Se mordía la esquina derecha de su labio inferior, su gesto típico cuando está pensando. Su sonrisa de inocencia juguetona no se borraba (ni se borrará)- ¿Entonces?...

La gente ya no importa. La música ya no importa. El lugar ya no importa. Estoy aquí, y ya no pienso. He pensado mucho en mucho tiempo. En este momento sólo siento... soy.

-Mariu- nos dejábamos llevar por la nada, por las espirales, por el calor de su respiración...
-¿Quep?
-¿Puedo hacer algo?- le dije casi susurrando, mientras ella cerraba los ojos e inclinaba su cabeza, recostada sobre la pared, sentada en el suelo... los delgados hilos de su cabello cobrizo que caían sobre su frente, parecían ser el suspiro de la luz que, desde que llegamos al bar, nos guiñaba.
-¿Quep?- de nuevo se mordía el labio, cerraba los ojos, respiraba un poco agitado... su juego de inocencia para obligarme a saltar había dado frutos...
-Esto- y sucedió. Su boca, la mía. Su aire, el mío. Sus manos en mi cuello, las mías abrazándola, como para que no se desvanezca...

Horas. Besos y caricias. Otra cerveza. Un cigarro. Más cervezas y muchos cigarros. Infinidad de besos y caricias. Sonrisas, carcajadas, miradas y alguna que otra frase "no prefabricada", sincera y hasta cierto punto desesperada. Me perdí en un pensamiento, en un miedo... un miedo muy grande que me persiguió.

-¿Qué pasa carlitos?- de nuevo esa frase. Tu frase, la que me hace soñar.
-Nada. Me perdí en un pensamiento... no sé, algo que me dió miedo...
-Sí, yo sé. ¿Has pensado en lo extraño que es esto?
-Sí, es muy loco.- Ella suspiró, pero no era un suspiro de alegría como hace unos instantes, era de preocupación...

-¿Qué pasa Mariuge?
-Nada...-suspiró de nuevo- ...Es que, no sé. Estaba pensando en Esteban...-lo dijo con la preocupación de cómo podía yo reaccionar al escuchar ese nombre, al pensar en lo que sucedería al salir de aquí, al pensar luego de esta noche...
-Sí, yo también estaba pensando en eso hace un rato. Será enfrentar esto... no sé, ¿Qué hacemos?
-¿Y si dejamos todo? Nos olvidamos de todos, de todo... huímos! Nos hacemos artesanos y escapamos a la playa, a parchar...
-No sé, ¿Cuándo nos vamos?
-¿En serio?- dijo mientras se acomodaba en el suelo, como si hubiera dado un pequeño salto de alegría. La emoción le saltaba de los ojos, y no podía tener las manos tranquilas.
-Síp. No tengo nada que me atrase. ¿vos?
-Tampoco...

Huímos. Soñamos. Vivimos el sueño último que cualquier ser humano puede tener.
(...)
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Acto IV
(De la locura, las enfermedades y la realidad)

Esteban llegaba un poco asustado. Mariuge lo esperaba intranquila en la mesa. Su mirada se perdía en una luz que se apagaba. Esteban se paró frente a ella, quien se dió cuenta de su presencia hasta que no pudo ver la luz. Lo miró con los ojos hechos cristales rotos y lanzó sus brazos a su cuello. Él la recibe con un fuerte abrazo, rodeando su cintura y apoyando su nariz en su hombro, como respirando sus cabellos siempre olorosos a alegría y esperanza.
Pasan unos cuantos minutos así, de pie frente a la mesa sin importar lo que el resto de personas piensen. Mariuge respira profundo como para controlar las lágrimas que quieren salir (y que a ella no le gusta que salgan, no le gusta que la vean llorar) y termina esa aspiración profunda con un suspiro. Se calman.

-Yap.- dice casi susurrando, con la voz de dulce que la caracteriza pero con cierto temblor al hablar (las lágrimas que no salieron se acumularon en su voz).
-Bueno, sentáte. Tranquila.

Ambos guardaron silencio durante unos minutos, durante unas eternidades, según ellos sintieron. Esteban rompe el silencio.

-Pobrecillo. No sabía que estaba tan enfermo del corazón ni que le podía pasar eso.

Esperó a que sus palabras tan toscamente elegidas causaran el peor de los efectos. Se arrepintió de ser tan crudo para hablar hasta después de haberlo dicho. Sólo esperó en el silencio que mariuge generaba mientras se mordía su labio.

-Sí. Yo sabía que estaba mal pero no tanto. No sabía que podía darle un derrame... Antes nos había asustado, pero yo pensé que ya estaba bajo tratamiento... Yo sé que va a sonar muy feo, pero mejor se hubiera muerto...- terminó la frase agachando su cabeza, mirando hacia la mesa y trantando de contener más lágrimas (éstas de nuevo se acumularon en su vocesita).

-Tranquila, yo lo sé. -le tomó las manos y se las besó- Es preferible antes de quedar para siempre en una cama sin poder hablar o pensar... Suena feo pero era preferible que muriera. Pobre carlitos...

-Yo... no sé. No sé si te acordás que yo te conté que Carlitos se puso adecirme cosas, de que me quería, que estaba enamorado, esas varas... no fué hace mucho como te dije, fue el día anterior a su ataque. Pero sí yo le dije que no, que yo estaba con vos, que te quería mucho. Pero me siento un poco culpable...

-¿Por que? No tenés la culpa de nada. Si vos me querés y yo tambien, no somos culpables de nada. Si a Carlitos de dió lo que le dió no lo podías evitar... Mariuge, no te sintás mal. No es tu culpa ni la mía, talvez ni la de carlitos...

-Dicen que puede pensar, pero no se conecta con su cuerpo... ¿en qué pensará?...
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Bonus track:

Acto I.2
(De la continuación y la realidad)

-(...)
-(...)
-(...)
-(...)

-Está bien. ¿En qué pensás?
-En nada, sólo me perdí en una luz...
-No se vale usar frases mías... ¿Me vas a decir en qué pensás?
-En todo y en nada concreto.
-¡Qué específico!... No se vale, tenés que contarme.
-Pensaba en vos, en lo linda que sós, en lo mucho que te quiero... En lo mucho que me gustás...
-Carlitos, no. Vos sabés que así no son las cosas. No echés a perder nuestra amistad. Yo a vos te quiero como un hermano, nada más.
-Mariu, perdón pero no lo puedo evitar...
-Carlitos, mejor dejálo hasta aquí. Vos sabés que yo estoy con Esteban y que entre nosotros no puede pasar nada... No arruinés nuestra amistad, punto. Dejálo así o sino me tendré que ir...

(...)
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Ahora tengo que terminar este cuento, Carmen le encontró el significado al punto (.) que un día le comenté; un significado que yo no le dí pero que ella quiso aceptar. Por lo demás no se preocupen, carlitos está bien, su salud es estable y aunque no reacciona parece que es feliz soñando conlas cosas que nunca pasaron ni pasarán. No vive pero ahora sueña y vive un sueño. Mientras no se dé cuenta de que todo es falso estará bien (Por favor no lo despierten).

Espero algún comentario.


Saludos,
C. Del Valle

Thursday, June 29, 2006

otro acto corto

Carmen, milagro de las espinas:
Me preocupa tanto Carlitos, como vós te procupás por mí (inconscientemente).
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Recordé que tenía finales, que las copias están en el folder 23 y que son del curso que ya casi está por perdido... Ah!, y que obviamente no tengo las copias todavía...

Ya era un poco tarde, cerca de las 8 pm y las fotocopiadoras las cierran a esa hora. Tuve que ignorar el hambre y salir en busca de las copias, pero en el trayecto de mi apartamento a la U apareció una amiga que me ha dicho que debo olvidarme de la copias por hoy: Ya la fotocopiadora está cerrada.

Regresé un preocupado a mi aparta, pero de camino creo que no recuerdo bien lo que sucedió. Hay algunas imágenes confusas entre vos, Mariuge, y el teléfono público desde el que llamé a Ilea...

He despertado aquí, tratando de ordenar las imágenes sin nombre de lugares desconocidos hasta ahora y rellenando los espacios de tiempo que no recuerdo con imaginaciones sobre los que puede haber hecho.

-Buenas noches, ¿con quien hablo?
-
-Ah, Hola Marielita, ¿Por ahí no está su hermanilla?
-
-¿Y no sabe a qué hora viene esa vaga de Ilea?
-
-Ah, está bien, seguro llega tarde. Que mal, entonces es inlocalizable, en la casa de Gustavo no tiene señal el celular... Bueno Chao...

Ilea no aparece, no es de extrañar. De nuevo en este sitio vacio, habitado sólo por las sombras de mis difuntas esperanzas, alimento la ansiedad de ver que llamás por teléfono para saber si aún respiro...

-Andrés, vamos por un café.
-No sé Carlitos, creo que no.
-Vamos, tengo ganas de salir de aquí.

Talvéz lo que E. Andrés dijo sea cierto, debo dejar de hablar con Ilea, es posible que ahí radique todo esto... pero no, de hecho ya casi no hablo con ella, creo que eso es lo que me tiene más confundido... no lo sé...

-Carlitos, mirá, yo creo que vos deberías dejar de hablar tanto con Ilea, ella se equivoca mucho. No es buena consejera.
-Sí, talvez tenés razón. Pero es que Ilea supo lo que me pasa incluso antes de que yo lo supiera...
-Carlos, No. Ilea está detrás del palo, lo que a vos te pasa es que no hablás con hombres, eso es todo. Pasás mucho tiempo entre mujeres, por eso te complicás tanto. Tratá de hablar más con otras personas, contáme, ¿Qué es lo te pasa? ¿Quién es? Decí y no seas cobarde...

Mientras todos duermen hoy (a pesar de mi promesa de regresar a la vida que se supone un estudiante debe llevar, como asistir y preocuparse por sus cursos por ejemplo) me encuentro en medio de la nada, en medio de las espirales -decía una amiga-, las espirales que se regeneran y se proyectan al infinito, al vacío, a su propia nada...

-Carlos decíme, ¿Te incomoda en algo lo mío con Mariuge?
-No. Claro que no Esteban, ¿a qué viene la pregunta?
-A nada, es que me parece raro que ahora estés un poco diferente con nosotros desde que comenzamos.
-Nada que ver, lo que pasa es que últimamente me tiene preocupado que voy a perder dos cursos y que los otros tres están en veremos...
-Está bien, si no querés hablar de eso, te los respeto. Pero te los diré así, sin miedo: Sos un miedoso, decí las cosas como son y ya.
-Suave, ¿Qué pasa Esteban?
-Nada, ya te lo dije.

La duda recae en ims hombros, las palabras que se suponen quedan flotando en el aire terminan estrellandose como plomo sobre mi cabeza...
Hace falta una mano que me abrace y me consuele en la confusión. Necesito un pequeño consejo, o almenos que alguien me escuche y no tenga vela en este entierro...

Levanté el teléfono y marqué: 275-09... colgué.

Ilea ya debe estar durmiendo, no hace falta que la moleste. Tengo un poco de frío.
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-Carlos, ¿Qué es lo que le sucede a "Carlitos"?- me preguntó la vocesita simpática de porcelana, mientras acariciaba mi frente y me miraba con cierto cariño (o lástima).

-Nada. Seguro tiene sueño. Por eso se pierde en las ventanas...

C. Del Valle
(por carlitos)

Una actualización al cuento corto

Espero no ser muy molesto con este cuento, pero lo que le sucede a Carlitos (disculpá que te llame así, pero es de cariño) no puede quedarse sin que alguien lo lea. Quisiera que todo le saliera bien pero la vida es distinta a lo que deseamos que sea...
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-Ileanita, llamaba para saludarte y hablar un rato... bueno, cuando podás me llamás. chao.


Colgué el teléfono esperando que Ilea recibiera el mensaje de voz lo más rápido posible. han pasado 15 minutos desde eso y parece que Ilea no lo ha recibido, lo más probable es que no lo haga hasta mañana, debe estar afuera de su casa con Gustavo, su compañero.

-Mariu, ¿Qué es lo que me vas a contar? Es algo bueno, porque hoy estás muy feliz.

¡Qué idiota! Mejor no hubiera preguntado nada... Vamos Ilea, llamá, me está matando esta espina...
Ilea, es en serio, necesito hablar con vós. Sós la única que conoce todo... vamos llamá.

¿Porqué putas siempre pasan estas cosas? Sé que es en parte mi culpa, pero ¿qué querés que haga? Ileanita, llamá. Necesito hablar con alguien, con vós. Sé que hace tiempo no hablamos detenidamente pero ahora estoy muy mal, no me siento bien... ¡Llamá rápido!

-Mariuge, ¿es en serio?
...
-No, por nada. Me parece muy bien, si te sentís bien perfecto. Me alegra mucho. Que dicha, ojalá les vaya bien. ¿Cuando comenzaron?

¿Qué iba a decirle? Son mis compas, somos compas... Todavía no sé, no sé nada, no entiendo... Ilea, ¡¿Qué putas estás haciendo, por qué no llamás?! Necesito hablar con alguien...

Eso es, sólo somos compas... compas...

-Mariu, no sé... ¿Estás segura de esto? Me alegra por los dos pero no sé, me parece raro... no me los imaginaba. Está bien, pero no sé...
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C. Del Valle

Varios actos después de un cuento corto...

Ileana, no sé si continuar escuchándote,
me confundís.

Quisiera que fuera distinto, pero así es...

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(Acto Único)


Mariuge, sabés que no te puedo decir nada más.


Mirá, ayer cuando pensaba que en medio
de las cervezas, de wody allen
y de freud,
iba a encontrar un descanso de vós,
me sentía reconfortado;
pero luego cuando me dí cuenta
de tu presencia inegable
(sobre todo después del correo de catalina) no pude pensar más,
dejé de existir...
o de ser (nuevamente)...

-Ileana, creo que tenés razón...
-¡Vés, te lo dije! ja, yo no me equivoco...
-Pero Ileana, yo no quiero, en eso radica toda mi negación... yo no quiero Ileana, ayudáme...
-Pero Carlos, yo tedije que tenía razón, dejáme disfrutarlo. Yo nunca me equivoco en esas varas...
-Ileana, ¿que hago? No sabés los problemas que me trae el sentirme así, tan mal...
-¿Mal? pero si eso no es malo, al contrario. Claro, aveces puede uno pegarse "gueiso", pero por lo general en cuestiones como las de ustedes esa vara es buena, es muy buena.
-Ilea, creo que todavía no lo comprendés...

Ileana todavía no lo entiende, yo todavía no lo termino de asimilar. Me siento mal de sentirme bien, porque no llego a sentirme bien mientras sé que me sentiré peor cuando toda la concepción "etérea" se vuelva lo que es: nada. No por mí, sino porque así es siempre. Lo sé.

-Ileana, si pudieras conocer toda la historia, entonces sabrías lo que te digo...
-¿Toda la historia?¿De qué?
-Nada Ilea, creo que no entenderías...

Regresé de mis pensamientos y todavía me encontraba en la mesa, rodeado de botellas vacías y cigarros consumidos hasta el filtro.

-¿Qué te pasa?-me preguntó de nuevo la vocesita dulce y agradable, mientras yo no podía regresar del encanto de su porcelana. Yo sé que ella existe, aunque en ese momento me parecía que la había inventado para no sentirme tan mal. Creo que de nuevo me acarició la frente.

-Nada, tengo sueño-le contesté recurriendo a la vieja excusa de siempre.

La vocesita se desvaneció. Se desvaneció conforme yo me desvanecía en medio de todos. La noche se volvía tan confusa como lo que nadie se imaginaba y lo que todos deseamos vivir...

-Mae, reaccione!
-¿ah?- fué lo único que se me ocurrió decir entre tanta conversación ajena, luego de pensar en la vocesita de porcelana, que existe, yo lo sé. ¿Una niñita? No, al menos creo que no. Una muñeca de porcelana que regala besos, me suena más.

-Dejá de pensar en "eso"!
-¿En qué?
-Eso, ¿vós pensás que no sé en qué estás pensando?
-No. Yo sé en qué pensás que estoy pensando, pero no estoy pensando en eso...

Y la conversación se perdió en medio de frases sin sentido que no quise admitir ni desmentir, pero mariu, vós sabés lo que yo digo.

-Ileana, ¿Verdad que vós sí sabes a lo que me refiero?
-Mirá Carlos, yo te lo dije desde el principio. Hasta Gustavo me lo confirmó. Es algo obvio.

Todavía no termino de comprender (ni siquiera he comenzado a hacerlo) porqué es algo "obvio". ¿Por qué si es tan obvio yo no me había enterado de esa posibilidad hasta que Ileana me la contó? ¿Será que no quería admitirla? Definitivamente, no debo hablar más con Ileana, me confunde...

-Mariu, comprendés?...
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C. Del Valle

cinco actos cortos antes del cuento corto en dos actos

Aclaración necesaria:
Estos cinco actos son los que preceden al cuento corto en dos actos, y no tienen como fin ser una obra literaria. Me ví comprometido a escribirlo por respeto a la verdad. Disculpen las molestias.

A "Carlos", "Maria Eugenia" y "Esteban".
Un reconocimiento a las fiestas juntos.


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I

¡jueputa, ¿Qué hora es?!
¡Que mierda, no fui a clases! jueputa sal, otra vez me quedé dormido. ¡Qué mierda! Diay sí, ahora me duermo un rato más, ya no fui a la U...
Que goma más hijueputa...
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II

-¿Esteban, ud ya comió? Vamos conmigo a la soda. /-Sí, porfa... /-Vamos conmigo, yo no he almorzado.../-Ay Esteban, jale, son las 4:30... /-¿sí?/-bueno, sólo traigo mi bulto.
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III

"Qué mae más rara, siempre me busca en una pura insistencia para que la acompañe a todo lado... para mí que le cuadro. Diay sí, para mí que es eso. Ahora la acompaño a ver qué, si la mae se pone muy tonta le llego... jaja" /-Vamos entonces, así yo me tomo un café...
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IV

jueputa, ¡qué buena dormida! son las 4:30, a ver... doce... ¡qué, dieciocho horas! uff, que bestialidad lo que dormí...
No, ya me levanto mejor, es demasiado. Ahora caliento un poquillo de comida, me alisto y voy a buscar a los compas para echarnos una birrita...
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V

-¿Mariu, vos qué? ¿ no andás con nadie? /-Ah, dejáte de varas, ¿en serio?/ -Diay no, decía. Era para ver qué, si yo tenía posibilidades por ahí... /-Ja,ja, claro, ¿te imaginás?, vós y yo tendríamos una buena relación... /-Ya, hablando en serio, ¿Qué te parece la propuesta? /-bueno diay, lo intenté... /-todavía pienso que no sería tan malo... /-Carlos me acaba de mandar un mensaje al teléfono, dice que en dónde estamos para tomarnos una birra, ¿Le digo que nos veamos en la fuente y de ahí nos vamos para el bar? /-Ya, le dije que a las 6:00 en la fuente...

CUENTO CORTO EN DOS ACTOS

Este cuento corto en dos actos, nació bajos circunstancias muy extrañas. De hecho, no nació, sólo es.
Pido disculpas a los que, cuando terminen de leerlo, tengan una sensación de vacío, de haber desperdiciado el tiempo.
Yo hubiera deseado escribir otra historia, una que tuviera más sentido, una que terminara mejor; pero a veces le hago caso no a lo que quiero que sea sino a lo que simplemente sucede...

Cualquier similitud con la realidad, no es casualidad.

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A "María Eugenia"
Esto es lo que sucedió y no sabés

I

<<...Maru, entendé ¿Pensás que esto es una broma?

Maria Eugenia, no tengo nada más que decir, bueno sí, mucho, pero mariuge yo sé que me entendés a pesar de todo. Maru...
Sí, lo sé, pero tampoco era que yo quería terminar así de patético, pidiendo que me regalés una mirada dulce, tan sólo una, una fugaz...

¿Ves? Es patético lo que estoy diciendo, parece un dialogo de telenovela mexicana... ¡guacala!

Mariuge, por favor, no me mirés así. Que no lo hagás, por fa... Me estás viendo con unos ojos lastimeros, como si dijeras: "Pobrecito idiota... ¡Ay Carlitos, que ingenuo que sos! já, de mí... lo peor son esas frases tan cursis que decís, idiota, y llegar aquí y hacer esta escena... no cabe duda, sos un fracasado..."

Pero no, Mariu, aunque me veás así, aunque pensés esas cosas yo no soy un fracasado, talvez lo fuí al pensar tanto en vós, pero no voy a dejar que una "tipeja" me humille. ¡Te podés ir a la mierda!...

Esta hijueputa... "carlitos", quien se piensa para decirme así, con disminutivo, como si ella fuera superior... Pues de "carlitos" no volvés a saber nada...>>
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II

-Esteban, me preocupa Carlitos...

-¿Porqué, qué tiene? Yo lo ví bien.

-¿No lo vió? Ahora, cuando llegamos los tres, él venía como siempre; bueno, talvez un poco pensativo. Pero a la segunda cerveza se quedó como distraído, viéndome un gran rato; luego se levantó como enojado y se fué! Así sin decir nada...

-Déjelo, ese mae está loco o idiota. Si se fué así era porque tiene que ir a trabajar o algo se le olvidó y salió corriendo, eso es todo.

-No Esteban, es en serio. Desde hace días anda muy raro, me preocupa como se comporta...

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C. Del Valle.